Quizás por su bajo contenido en polen, la miel de alfalfa es ligera y tenue. La suavidad de su sabor y la ausencia de regustos intensos otorgan a esta miel una personalidad simple y dulce. Su color suele ser claro y oscila entre las tonalidades menos intensas del «ámbar», sin apenas turbidez. Por su elevada proporción de glucosa la miel de alfalfa tiene tendencia a cristalizar de forma compacta con relativa rapidez.
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