88/2123 Comarca del somontano de Barbastro






Recolectadas entre los meses de septiembre y noviembre, estas mieles proceden de zonas montañosas situadas por encima de los 1.000 metros de altitud, generalmente próximas a áreas boscosas. Las condiciones climáticas y florales de este periodo, junto con la altitud, configuran una miel densa, de sabor profundo y perfil botánico característico.
Su color varía del ámbar al ámbar oscuro, reflejando la concentración de compuestos minerales y fenólicos propios de las floraciones y mieladas tardías.
Estas mieles combinan néctar de floraciones estivales que aún persisten —especialmente en algunas zonas el biércol (Erica sp.)— con secreciones de mielada, principalmente de bellota de encina y roble. Esta mezcla otorga a la miel un carácter robusto, con sabores complejos, menos dulces y más persistentes en boca, a menudo con notas malteadas o ligeramente saladas.
Se trata de una miel con escasa tendencia a cristalizar y con un perfil sensorial muy apreciado por quienes buscan sabores intensos y matices de monte.